Sonia no es bruja, ni pitonisa, ni vidente, ni psicóloga. Su don es que a los pocos minutos de hablar con ella eres capaz hasta de confesarle tus pecados de infancia.
Sonia transmite confianza desde el segundo 1. Y eso la convierte en tu confidente. Sólo desde esa intimidad se entiende la captura que dirige desde su mente hacia tu rostro pasando por la cámara.
Llamarla retratista queda algo corto, más bien la veo como una excelente captadora de emociones. Indispensable.